Lysá hora, que se llamaba originalmente Gigula, se puede alcanzar de muchas maneras. Hasta la cima conduce una carretera por la cual se llevan provisiones a los chalets de montaña. Puede vencerla caminando, en bicicleta, en esquís de fondo o incluso en autobús. Los excursionistas y ciclistas usan esta carretera como la vía más fácil.
¡Suba a Lysá!
Para los expertos y amantes de Beskydy, el camino por la carretera es la última opción. Si quiere disfrutar plenamente de la hermosa naturaleza, suba caminando. El punto de salida ideal para los excursionistas es el pueblo de Ostravice. Un pintoresco camino natural le ayudará a descubrir un paisaje impresionante. La ruta le llevará a través de raíces de árboles y piedras. Desde Ostravice seguirá la señal de color rojo. Toda la ruta mide unos 8, 5 km.
Gigantes montañosos mires donde mires
Si alcanza la cima, puede sentirse orgulloso de su producción. Verá relativamente muchas construcciones: una emisora de televisión, el chalet de montaña Lysá hora y otros edificios. Puede refrescarse tomando la auténtica sopa de col agridulce de Valaquia para disfrutar luego de los panoramas de la serranía. El horizonte circular le permite mirar hacia los cuatro puntos cardinales. Puede ver más de veinte cadenas montañosas distintas de la República Checa y Eslovaquia. Acabará con la vista, p.ej., la cima de la torre de televisión de Praděd, puede llegar a ver los macizos blancos de Belianské Tatry, el pico Gerlachovský štít, así como el pico Lomnický štít.
Paseos por Beskydy
Beskydy tiene su reina, Lysá hora, pero también su rey. Es el dios pagano Radegast. Si ansía ver su estatua por lo menos una vez en su vida, tiene que subir a la cima de Radhošť. Opte por el camino directo a través de Pustevny, donde le sorprenderán casas típicas de madera construidas en estilo popular. Radhošť ya queda muy cerca de allí. A una altura de 1129 msnm, reina el dios del sol, de la guerra y de la victoria. Si se aficiona a los paseos por las montañas solitarias de Beskydy, visite también la cresta montañosa de Grúň. Una de las paradas favoritas es el pueblo de Bílý kříž, donde rinden homenaje a los «portáš» – guardianes de la frontera que la vigilaban frente a contrabandistas – que fueron muertos durante su servicio.