Visitar el Castillo de Praga es una obligación para cada visitante de Praga, aunque ya no todos deciden visitar la hermosa arquitectura de otras calles de Hradčany. Pero es una pena. No solo por el Loreto que te enamorará con su extravagancia barroca sino también por el palacio de estilo barroco temprano ubicado directamente enfrente. El palacio de Černín te conquistará con su majestuosidad, construida hace, aproximadamente, 350 años. Hoy en día, el edificio sirve como sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y utilizan sus interiores para fines estatales. Durante la época turística podrás disfrutar de los jardines barrocos adyacentes.  
El Palacio de Černín, situado en la Plaza Loreto de Praga también es “el más”. Se trata de la construcción barroca más lenta de Chequia. Su fachada mide unos impresionantes 150 metros. El noble checo Jan Humprecht, que durante esa época era el enviado del emperador austriaco en Venecia, fundó el palacio barroco, en el año 1669.

La magnitud y monumentalidad de esta construcción inspiraba admiración y apoyaba la importante posición de los nobles del linaje Černín, quienes querían competir con los Habsburk, otra familia de la nobleza, construyendo el palacio. En la decoración del interior se involucraron los artistas más reconocidos de la época, por ejemplo, la decoración escultórica fue encargada, entre otros, a Matyáš Bernard Braun, cuyas esculturas barrocas se pueden admirar, hasta hoy, en el Puente de Carlos de Praga o en el recinto del Hospital Kuks de Bohemia del Este. Los altos cargos financieros de la construcción y su mantenimiento causaron la quiebra de los Černín. Finalmente, a mediados del siglo XIX, le vendieron el palacio al estado.

Un lugar donde se hizo historia

Aunque el siglo XX tampoco fue una período de paz para el palacio. Tras el establecimiento de la República de Checoslovaquia, en el año 1918, el palacio fue restaurado y comenzó a servir para las necesidades del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde residen hasta hoy. Durante la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación de la antigua Checoslovaquia por los Nazis alemanes, el protector del Reich, Reinhard Heydrich, lo eligió para su asilo personal. Y tras la caída del telón de acero, se disolvió aquí el Pacto de Varsovia, la contraparte comunista de la OTAN.

Aunque, hoy en día, un turista corriente no pueda acceder al interior del palacio, al menos tienes la oportunidad de admirar el majestuoso edificio desde fuera y, durante los meses de verano, visitar el pequeño jardín barroco adyacente.