El Ayuntamiento de la Ciudad Vieja con el famoso Reloj Astronómico de Praga. Callejuelas serpenteantes del Barrio Judío, que conoces de las novelas de Franz Kafka, impregnadas de la antigua leyenda sobre el Gólem. Cafés que tientan a sentarse un rato, tiendas de moda y cruceros por el río Moldava. El Puente de Carlos de estilo gótico y la Iglesia de San Nicolás, la iglesia barroca más hermosa de Praga en el barrio de Malá Strana. Jardines del Castillo, fuera del bullicio urbano, Petřín con un mirador que evoca la pequeña Torre de Eiffel y el Castillo de Praga… Cada uno de los barrios praguenses tiene su ambiente peculiar y un encanto excepcional. Praga se presenta como una ciudad variable a la que le gusta cambiar de estilos: es romántica y apresurada, antigua y moderna, pero, sobre todo, es una ciudad totalmente cosmopolita, acostumbrada a recibir extranjeros. Ha llegado la hora de conocerla.