Por su nombre la capilla se refiere al noble Huberto que vivió con prodigalidad en Aquitania, en el paso del siglo VII al VIII. El encuentro con un ciervo, entre cuyas astas aparecía una cruz de oro, le hizo ver la verdad y recurrir a Dios.
Desde entonces San Huberto es el patrón de los cazadores y los tiradores. La capilla consagrada a ese santo no puede faltar en el señorío de Lednice-Valtice. Sin embargo, también aquí las apariencias engañan: aunque parece ser una obra gótica, es una de las últimas construcciones del recinto, levantada en el año 1855. Incluso un detalle bien ideado debía crear la ilusión de su antigüedad: las falsas señales medievales de los talladores de piedra, que llevan los bloques de piedra arenisca que sirvieron para construir la capilla.
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