Se dice que el nombre poético y arcaico de este pueblo vinícola deriva del nombre de la tercera esposa del rey bohemio Vratislav II, Svatava. En el siglo XIV fue colonizada por colonos alemanes, que desarrollaron el arte de la viticultura. Su antiguo esplendor y riqueza aún son visibles hoy en día en las espléndidas y grandes instalaciones de prensado de uva frente a las bodegas.
Sin embargo, la bodega más extraña es una más reciente, conocida como la Bodega Pintada. Típica de esta región, sus pasillos no tienen mampostería, sino que están tallados directamente en la dura piedra arenisca. Están decorados con pinturas ingenuas tridimensionales realizadas por un artista popular con una sola mano. Durante 36 años, todos los domingos en estos pasillos donde ahora tienen lugar las visitas y las catas de vino, se ponía de pie con una vela en el sombrero y creaba imágenes de la vida del pueblo en aquella época. Agricultores en tractores, partisanos soviéticos de la Segunda Guerra Mundial, en la que perdió el brazo, pero también enanos y bodegones con flores. Es la expresión pintoresca de una mente humana.