Si ve un cartel en el que se lee "Havraníky", no dude en hacer una parada en este pintoresco pueblo moravo de larga tradición vinícola. En el pueblo destacan los largos y escarpados pasillos subterráneos que salen en todas direcciones de las bodegas.
El complejo de bodegas de Havraníky se encuentra en la parte baja de la ciudad. Explorar el subsuelo local es una gran aventura – una de las bodegas locales cuenta con extensos y escarpados pasillos que llegan a ser tan estrechos que ni siquiera el propietario se ha atrevido a llegar hasta el final. Un tesoro único en Havraníky es un molino de prensado de uva barroco protegido, que tiene una estatua de la Virgen María en el nicho sobre la entrada que data de 1718.

La red de corredores bajo el molino es sin duda mucho más antigua. Las bodegas centenarias, de más de un kilómetro de longitud, se excavaban sobre todo en invierno, cuando había poco trabajo en los viñedos. Así se obtenía la fina arena con la que aún hoy se fabrica el yeso de muchos edificios de Viena. En las paredes de las bodegas se pueden admirar grabados que representan elementos arquitectónicos – pilastras, capiteles, cornisas y columnas; también son visibles pintorescos relieves destinados a la decoración de las bodegas.
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