De cabaña en cabaña montado en las tablitas mágicas
Pronto harán 135 años que aparecieron los esquís en las pendientes de las Montañas de los Gigantes. Durante unos años estas maravillosas extravagancias fueron unos ayudantes imprescidibles que hicieron más fácil la vida en las montañas, mucho más de lo que la gente se atrevía a imaginar. Los montañeses los empezaron a fabricar ellos mismos. Los usaban mucho y los recomendaban con entusiasmo. Y de esa manera, a comienzos del siglo pasado, los esquiadores con sus dorsales durante las carreras vencían las dificultades del tiempo impredecible de las Montañas de los Gigantes. Las cabañas de las montañas eran puntos de referencia (y lo siguen siendo en la actualidad). La tradición de los corredores en estas tablas de madera nunca se interrumpió y las Montañas de los Gigantes son hoy en día un verdadero paraíso para el esquí de fondo. Si deseas atravesar las Montañas de los Gigantes de parte a parte, ve por carretera principal de estos montes, hermosa y accidentada, desde Harrachov hasta Žacléř. Y si te gusta mucho algún lugar en particular y te giras, no quedarás decepcionado, ya que te estarán esperando más de 500 kilómetros de pista zigzagueante. La peculiaridad de estas pistas perfectamente preparadas reside precisamente en la tradición que ya hemos mencionado. Pongamos por ejemplo la señalización. Las originales “señales mudas” determinan la pista desde hace ya 90 años. Las inventó el señor Muttich, y con este mismo apellido se denomina a este tipo de señalización, que son símbolos de metal de metal rojo con una barra de señalización– cada forma tiene un significado. ¿Y por qué se dice que son mudas? No necesitan ninguna palabra y son comprensibles para todos.
Las Montañas de los Gigantes no son solamente Špindl
Las pistas de descenso también tienen una larga tradición en estas montañas. El primer prado empleado para el esquí se preparó ya a comienzos del siglo pasado. El primer remonte eléctrico lo mandó construir en los años veinte Wilhelm Piek, el legenderio alcalde de Špindlerův Mlýn, y en 1947 se construyó el primer teleférico desde el pueblo de Svatý Petr hasta Pláň. Špindl, como los checos suelen llamarlon con cariño, es la estación de esquí más visitada, casi un icono. Las pistas más conocidas en Svatý Petr las completan las de Hromovka, Medvědín, Horní Mísečky y Labská. Esto no significa que las estaciones de Harrachov, Janské Lázně, Pec pod Sněžkou o Rokytnice nad Jizerou sean menos interesantes, especialmente si las estaciones están de acuerdo y ofrecen una entrada permanente para unas pistas que muchas veces están muy lejos unas de otras. Lo mismo suede en la estación Skiresort Černá Hora – Pec pod Sněžkou. Disfruta aquí de 36 kilómetros de pistas de descenso y sube a Černá hora en el único telecabina de ocho plazas que hay en el país, y cuando llegues abajo (en esquí, tabla de snow o en trineo, por el bonito camino de 3,5 kilómetros llamado Zvonková cesta), puedes continuar a zonas más alejadas, a Pec, Velká Úpa, Černý Důl o Svoboda nad Úpou de una forma muy original: ¡en una máquina pisapistas! En Harrachov destaca Čerťák, la estación de esquí que capta la atención de todos los esquiadores, con cuatro hermosas pistas, dos telesillas de cuatro plazas y muchas posibilidades de pasar el tiempo cuando las piernas ya no te dan más de sí. Una excelente idea es visitar la fábrica de cristal con un guía, el museo, la fábrica de cerveza y el original baño de cerveza. No tiene ya sentido recordar que es una obligación ir en el nuevo teleférico desde Pec al monte Sněžka, admirar la asombrosa nueva construcción de Poštovna y disfrutar de la sensación de que en Chequia no puedes ir más alto.
Por la nieve fácilmente como un lince
Cuando en las montañas cae un metro y medio de nieve, ir de paseo es arriesgado. Te hundirá hasta el cuello. Sobre todo si no sabes cómo hacerlo. Los viejos montañeros tenían que salir, nevara o no nevara, y por eso usaban raquetas. Cogían unas palas de madera, les colocaban cuerdas y las ataban a las botas. Hoy las raquetas son mucho más sofisticadas, o usan bordes de duraluminio o directamente están fabricadas de plástico resistente, y tienen unos ajustes muy parecidos a los que se usan en el snowboard y permiten unas experiencias únicas. Alquila unas raquetas y compruébalo tú mismo. Hay muchas tiendas de alquiler en los Montes Gigantes que tienen una amplia oferta de raquetas. Un paseo por el campo nevado, por el bosque o por la cresta de la montaña, por supuesto cumpliendo las recomedaciones del Servicio de Montaña, es una experiencia como de otro tiempo. Tarda un poco hasta que te acostumbras al extraño paso separado de caminar con raquetas, pero enseguida lo único que hará será asombrarse de dónde se encuentra de repente. Vaya con estas raquetas por ejemplo desde Harrachov a través de Labská bouda hasta Horní Mísečky, o desde Pláň hasta Černá hora, y en el caso de que seas decidido y tengas una buena condición física, desde Černá hora hasta Horní Albeřice y Horní Malá Úpa, que son 25 impresionantes kilómetros.
Sugerencia de adrenalina
Sentarse en un trineo de plástico y bajar una pendiente es algo que todos ya conocemos desde la infancia. Pero ya somos mayores y nuestro trineo también debería crecer con nosotros. En las Montañas de los Montes Gigantes hay tres pistas de bobsleigh que funcionan todo el año. La más larga y la menos dependiente del clima es la de Mladé Buky. Tiene un kilómetro y medio de largo, con curvas inclinadas y un paso elevado por el río Úpa (toda una experiencia). Los dos siguientes tramos te incrementarán los niveles de adrenalina. La pista de bobsleigh de Špindlerův Mlýn, unos 100 metros más corta, con 22 curvas, 5 rupturas del terreno y tres túneles, y la de Harrachov, donde puedes disfrutar de 17 curvas y dos increíbles cruces elevados. Y por supuesto si bajas en el bobsleigh de dos plazas, querrás repetir, ya que es una experiencia realmente adictiva.