1. Un paseo romántico por la ciudad
Pasea de la mano por algunos barrios de Praga, como la Ciudad Vieja (Staré Mesto) y la Ciudad Pequeña (Malá Strana), donde el romanticismo está asegurado, y siente la magia que emana de sus recoletas calles y edificios históricos. Y si, por casualidad, nieva en febrero, esa sutil capa de nieve sería la guinda a un fin de semana espectacular.
Descubre la calma de la isla de Kampa y goza de las impresionanes vistas de la ribera del Moldava con construcciones tan impactantes como el Teatro Nacional y el Puente de Carlos. Si quieres sentir la magia del momento en soledad, sólo hay que acudir a primera o última hora del día. Una curiosidad de la isla de Kampa es que allí se sitúa la Pequeña Venecia, que cuenta con bonitos rincones a lo largo del canal Čertovka. Si cruzas el Puente de Carlos, todo el centro histórico (con el Castillo de Praga observando desde lo más alto) estará en la palma de tu mano.
¡No te pierdas el barrio del Nuevo Mundo (Nový Svět)! Caminar por sus calles serpenteantes y solitarias, a las que se asoman pequeñas casas, es como realizar un viaje en el tiempo. Este puede ser un buen lugar para un beso fugaz a la luz de las farolas.
Pero no sólo en las calles encontrarás romanticismo... ¿qué te parecería un paseo por alguno de los muchos parques praguenses? Aunque todos tienen algo especial, uno de los más bonitos para ir de la mano es el parque del palacio de Průhonice. Se encuentra entre los de mayor tamaño de Europa y cuenta con la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco junto con el centro histórico de la ciudad.
2. Una delicia para el paladar
Dicen que a los checos se les conquista por el estómago, y ese dato resultará irrebatible cuando veas la cantidad de cafés y pastelerías que jalonan las calles de Praga. Entra en alguno de ellos para disfrutar con tu pareja de los dulces sabores de la repostería checa. Dos de los más recomendables son el Café Art Nouveau, situado en la Casa Municipal, y el Grand Café Orient ubicado en la Casa de la Virgen Negra, que es el único café cubista del mundo. Pero no son las únicas opciones interesantes, también puedes conocer numerosos cafés de principios del siglo XX y otros locales de moda.
3. Un crucero romántico por el río Moldava
Si entre tus películas favoritas está „Titanic“, ¿por qué no confesar amor eterno a tu pareja en la cubierta de un barco como hicieron Kate y Leo en el famoso filme? Por supuesto, con un final diferente porque estás en el Moldava y allí nada te puede pasar. Las propuestas para navegar por este gran río son muy amplias, desde hacerlo en un elegante barco de vapor hasta surcar las aguas en una embarcación con suelo de cristal. Si añades una cena o una comida con velas, el romanticismo está más que asegurado.
4. Enamórate del arte
Admirar la belleza de obras artísticas es el complemento idóneo para un viaje de San Valentín, y resulta un plan tan sencillo como recorrer de la mano las numerosas galerías de Praga. Hasta el 10 de marzo de 2024 podrás admirar el amor por el arte del famoso pintor checo, Alfons Mucha, en la original exposición iMucha. La increíble colección de obras de los artistas checos de fama mundial František Kupka y Otto Gutfreund en el Museo Kampa te dejarán sin aliento. Por no hablar del valor del arte medieval expuesto en el convento de Santa Inés... Te dejará sin aliento.
5. Un baño entre burbujas
Otro complemento perfecto para tu viaje romántico es sumergirte en un baño de burbujas, pero no unas cualquiera... sino de cerveza. En Chequia este dorado elixir no sólo se bebe sino que también sirve para relajarse en una bañera. Tras un baño compartido, la terapia de relax puede seguir en una zona de descanso sobre los lechos de heno que ofrece Beerland Spa. Si, además, te gustan las saunas, el baño de cerveza se puede combinar con una de ellas en la Sauna Beer Spa. Y si esta bebida no es lo tuyo, no te preocupes, también existe la opción de un baño de vino en Spa Pramen.
6. Amor entre bambalinas
¿Cómo terminar un día romántico? Pues... ¡con más romanticismo! Te animamos a sentarte cómodamente en una butaca para disfrutar de cada segundo de la ópera o de las artes escénicas de Praga. Siente la emoción de la música clásica en el interior de una iglesia, asiste a un espectáculo en una sala de conciertos o incluso a una sesión musical en la Sinagoga Española. Si te gusta la ópera y el ballet, no puedes dejar de acudir al Teatro Nacional, a la Ópera Estatal o al Teatro de los Estamentos, uno de los más antiguos de Europa. Y estando en Praga, tampoco hay que olvidar acudir a una sesión de teatro negro, donde los objetos parecen moverse libremente. El mejor lugar para ello es el Teatro de Luz Negra Srnec, el primero de este tipo en el mundo.
Elija entre una amplia oferta de espectáculos
7. Cena en las nubes
Otro plan imprescindible en San Valentín es cenar a la luz de las velas y convertirte en el protagonista de tu propia película romántica en Praga. Algunos restaurantes como Aureola (está a 109 metros y es el más alto de la ciudad) facilitan mucho sentirse cerca del cielo. En este lugar no sólo las vistas son increíbles sino también su carta llena de delicias. Otra experiencia gourmet en las alturas se puede obtener en el restaurante Oblaca, que está situado en la emblemática torre de televisión. ¿Más opciones? El restaurante Ginger & Fred, que brinda unas vistas y menús muy especiales en la séptima planta de la famosa Casa Danzante.
8. Tu propio nido de amor
También es necesario un alojamiento acorde a una escapada romántica en San Valentín, un lugar en el que refugiarte tras admirar la puesta de sol sobre Praga (entre los mejores lugares para ver el ocaso sobre el Castillo de Praga está el parque Riegrovy sady en el barrio de Vinohrady).
Aunque no resulta fácil escoger sólo unos pocos niditos de amor, toma nota del sorprendente Alchymist Grand Hotel and Spa, en el centro de Malá Strana, o del cercano Hotel Aria, que ya te adentra en el mágico mundo de la música. También son muy especiales el Art Decó Hotel Alcron, donde puedes tomar uno de los mejores brunchs de Praga, o el Hotel Mozart, en el que no sólo se alojó el genial compositor, sino también el amante más renombrado de todos los tiempos, Giacomo Casanova.
9. Un recuerdo para siempre
Toda aventura romántica debe acabar de una forma apoteósica, y en San Valentín ese detalle especial puede ser un regalo con el que tu pareja te recuerde para siempre. Si le gustan las joyas, acertarás si le compras una que lleve granates checos de color rojo pasión: anillos, colgantes, gemelos... Un buen lugar para hacerte con una bonita pieza es en la calle Pařížská. En aquella zona, cerca de la Plaza de la Ciudad Vieja, también encontrarás elegantes boutiques de los mejores diseñadores nacionales, comercios de antigüedades y tiendas donde venden cristal de Bohemia, porcelana y joyas.