La élite de la aristocracia morava se reunía aquí para divertirse y trazar sus planes políticos y familiares. En aquella época, Moravia era un país de bienestar, libertad religiosa y tolerancia, además de ser el más grande de Europa. El grupo religioso protestante de la Unidad de Brethren contaba en esta ciudad con una imprenta, que se trasladó a la cercana ciudad de Kralice en 1578. Allí se originó una de las obras más valiosas de la literatura checa de la época: «la Biblia de Kralice».
¿Por qué hay que visitarlo?
El castillo tuvo su época de apogeo a finales del siglo XVIII como un importante centro de la vida musical de Europa Central. Entre los numerosos músicos de orquesta del castillo se encontraban profesores y artistas famosos de los alrededores, pero, sobre todo, los sirvientes de la familia Haugwitz. Como dato curioso, se despedía a aquellos sirvientes que no tocaran bien un instrumento. El repertorio y la calidad artística eran excelentes, los conciertos se celebraban incluso tres veces por semana. Famosos compositores e intérpretes se alojaron como huéspedes en el castillo. La tradición musical aún perdura.