Jindřichův Hradec
Un elegante palacio renacentista que se refleja en las aguas del estanque Vajga, símbolo de Jindřichův Hradec desde hace centenares de años. Gracias a su posición geográfica extraordinariamente favorable y el cruce de caminos, esta ciudad se vio favorecida por un comercio internacional ventajoso y rápido. Gracias a su tradición secular y a sus monumentos arquitectónicos y artísticos, Jindřichův Hradec se ha convertido en un centro social y cultural lleno de vida.

El aspecto de la ciudad se vio siempre afectado por los caprichos y desvaríos de las familias aristocráticas de los señores de Hradec, Slavata y Černín, que al igual que ennoblecían la ciudad, la dejaban arruinarse. La ciudad fue impregnada, sobre todo, del estilo renacentista, cuya ligereza y gracia mediterránea los Maestros italianos supieron trasladar de forma excelente al pintoresco paisaje ondulado de Bohemia del Sur.

Una galería de perros y un espectro misterioso

Sus primeros pasos por la ciudad deberían dirigirse al extenso complejo del palacio de Jindřichův Hradec. Durante la visita, podrá ver elegantes aposentos neoclásicos y barrocos, la capilla del Espíritu Santo o la cocina ubicada en la Torre Negra. Sin duda le llamará la atención la colección bizarra de retratos de perros en la rotonda del jardín, con una rica decoración y que es el orgullo del palacio. El palacio también está vinculado inseparablemente con la figura de la Dama de Blanco que, según se dice, seguirá apareciendo aquí como espectro hasta que todas las residencias de su estirpe se conviertan en polvo. Su triste destino lo selló la maldición de su esposo Jindřich de Hradec, a quien no fue capaz de perdonar los agravios que le había causado su infeliz matrimonio ni siquiera en el lecho mortal

El centro cautivador de la ciudad

En el centro de la ciudad, que desde hace siglos lo envuelve una atmósfera agradable de tiempos antiguos de reyes, encontrará numerosos recovecos románticos en callejuelas tortuosas, casas de comerciantes ricamente decoradas con fachadas multicolores, el grupo escultórico barroco de la Santísima Trinidad o la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, por cuya esquina pasa el meridiano 15 Este. No se olvide de pasar por el Museo de la región de Jindřichův Hradec que alberga el pesebre mecánico más grande del mundo.

Pasee sin rumbo fijo por el Canadá Checo…

Jindřichův Hradec es, además de una ciudad de monumentos históricos únicos, la puerta a una región llamada Canadá Checo. Esta reserva natural protegida recibe su nombre por el carácter de su paisaje, lleno de espesos bosques, numerosas superficies de agua y un clima algo más riguroso. Aquí se puede desplazar, p.ej., en un tren histórico de vapor, que circula sobre vías estrechas entre Jindřichův Hradec y Nová Bystřice, escenificando una hermosa excursión al pasado.