Su camino era una fuente constante de conflictos con sus vecinos, los señores de Hradec, con quienes rivalizaban en poder. Estos conflictos desencadenaron una guerra propiamente dicha y, al final, los implacables oponentes se batieron en un duelo personal en el que Vilém de Landštejn resultó mortalmente herido. La ruta se redirigió en otra dirección y el castillo perdió su importancia.

¿Por qué hay que visitarlo?

Se trata de un enorme castillo situado en el paisaje natural e inhóspito del borde más meridional de Bohemia, denominado como «la Canadá checa» debido a su duro clima. El castillo se encuentra entre los monumentos históricos románicos más relevantes de Europa Central. Se construyó en el siglo XIII para proteger una importante ruta comercial y la frontera entre las tierras checas y Austria. Aunque hoy día solo quedan unas ruinas monumentales, aún provocan una gran impresión en aquel que las visita con su arquitectura defensiva al desnudo.

Gracias a la extensa investigación arqueológica y las exhibiciones, es posible hacerse una idea de la lujosa vida de los habitantes del castillo en los siglos XIII y XIV. Estas personas pertenecían a la élite social de la época y llevaban una vida de derroches que se hacía más agradable todavía con los lujosos objetos, artefactos y comodidades disponibles en aquellos tiempos.